sábado, 21 de mayo de 2016

Things change...




Claro que la vida no para. Ella siempre sigue aunque nosotros nos quedemos atascados en alguna de sus fases, o en algún que otro tramo.
La vida tiene que llevar la delantera, porque corriendo delante de nosotros es capaz de trazar su plan. Tiene que observarnos desde lejos, guardando la distancia y midiendo sus pasos con los nuestros.

Las cosas cambian constantemente, aunque no queramos reconocerlo. Y lo más importante: aceptarlo.
Poniéndome a mí misma como ejemplo.
Me niego, me niego tanto, que termino con el ánimo y el alma por los suelos...
Es cierto que he aprendido a calmarme en ese aspecto, y que ahora, en lugar de insistir en lo imposible, aprendo a aceptar las circunstancias y a pasar la página con más rapidez. Ahorro de tiempo, eso es lo que me llevo. Y menos desgaste mental.

La vida puede cambiar en una vuelta de reloj. Es tan simple como eso.
Puede abrir vacíos en el suelo que pisamos, para dejarnos caer en el vacío; o sin que lo esperemos, crear escaleras hacia lugares nuevos en los que quizá encontremos personas con la capacidad de ponerlo todo patas arriba.
Y lo más sorprendente de todo es que, quizá no sean conscientes del poder que tienen, de lo que transmiten sus miradas en nosotros o lo que sus acciones pueden llegar a significar. Pueden llegar a meter la pata hasta niveles catastróficos y destrozarnos aunque no sea esa su intención. Pero...

¿Y después del estropicio?

La vida sigue y seguirá. Con gente o sin ella. Con cosas maravillosas o las peores circunstancias...

Un mes nunca será igual al anterior. No habrá dos días iguales; quizá sí parecidos.
Jamás nos encontraremos dos amigos iguales, ni te romperán en pedazos de la misma forma. Tampoco juntarán los trocitos por ti, y si alguien se atreve con la labor, te dejará tan diferente que no sabrás ni reconocerte. O puede que sí, que termines encontrándote aunque te hayan recompuesto con piezas nuevas.
La lástima (o la aventura de la maldita vida) es que hay cosas que se escapan de la capacidad del querer. Por mucho que estiremos los brazos para tratar de atrapar los buenos momentos, en algún instante pasarán y se terminarán desvaneciendo para que otros nuevos puedan llegar.
No podemos retener, congelar o guardarnos en el bolsillo todo lo que la vida nos da. Días los hay para un catálogo: buenos, malos, maravillosos, inolvidables, permanentes, desastrosos, catastróficos, imborrables, preciosos, odiosos...

Llegué a pensar en ciertos momentos que iba a quedarme en el mismo sitio para siempre, que no podría avanzar un paso. Que me tragaría la rutina.
Pero como todo, la rutina cambia. Y volverá a cambiar. Y tendré que adaptarme igual que todo el mundo, aunque no quiera, aunque no me guste, auque sí...

Las cosas cambian TAN RÁPIDO. TAN y TAN RÁPIDO...
Los abrazos cambian tanto de significado...
Las lágrimas cambian tanto...
Existen tantos tipos de dolor...
Tantos tipos raros de felicidad...
Tantas personas especiales...

..., que da miedo pensar...
... Por eso es mejor dejar de hacerlo. O al menos, de vez en cuando.