lunes, 30 de septiembre de 2013

& sorry...

La universidad, en fin... Ese universo supuestamente paralelo que nos sumerge de lleno en otra etapa, en una nueva vida: el mundo adulto (já).
   El no publicar no significa que deje de lado el blog (lo adoro, por favor, no), tampoco significa la falta de inspiración. No.
   Como he mencionado al principio, la universidad me ha atrapado (un poquito), y nada, hay que hacerle caso. Pero una chica ocupada puede con muchas cosas, ¿no? Lo he pensado... Lo estoy intentando.
   Ya habréis visto(bueno, tecnicamente, leído), lectores míos, que esta no es una entrada común, sino más bien una entrada informativa, sí, eso... Y os escribo abiertamente.
   Quiero haceros reír un rato, porque... Suelo expresarme con tristeza, ¿verdad? Bueno... Después de la introducción voy a contaros mi primer día... En primicia, el comienzo...


& sorry
¿Un día que empieza a tonos de voz elevados y rímel que no pinta? ¿Un día que en teoría es decisivo para los próximos cuatros años de tu vida?
Pánico, y grito.
Sin café. ¡No quedan cápsulas!
Sola. ¡A mi amiga le han robado el móvil!
¿Comunicación por mensajes directos en twitter?... Bueno, quizá sirva.
¿El rímel ya ha sido mencionado?
El camino hacia la universidad es largo desde mi casa, y claro, sin coger en la vida un autobús SOLA, pues es de entender que sea papi el que haga los honores de llevarte a clase en tu primer día. Pero ¿era en realidad el primer día? ¡La presentación no era hasta el día siguiente! Nos estaban tomando el pelo... Era una conspiración... Todo estaba predestinado a salir mal... ¡Y vaya si lo hizo! (>.<)
   -¡No quiero, no quiero salir! -chillé, y mi padre me observó sin saber qué hacer. ¿Reír o llorar? Yo también me debatía -. Hay mucha gente...
   Papá me obligó a salir del aparcamiento con la voz en el viento. Alto, y lo seguí con la cabeza gacha.
¡Mi padre en mitad del campus universitario! ¡Que alguien lo saque! ¡Por favor!
   -Mira, si no soy el único padre aquí -dijo de forma inocente, señalando a un viejales que sostenía una carpeta a colmada de folios y observaba a la masa hiperactiva con ojos aguileños. Me juego el cuello  a que no era un padre, de verdad.
   -Es un profesor...
Hundí la cara en la pantalla del móvil hasta el punto en el que sólo existíamos mi conexión de datos y yo.
   -Me lo quedo -dijo alguien que al enfocarlo con cara de cabreo monumental por distraerme, me resultó ¡familiar!
   Un amigo, del instituto. ¿Habría más? Pues sí, justo en la rotonda, todos sentados, igual (con cara de lelos) que yo.
   Y entonces, en ese instante en el que el mundo parecía girar en torno a los cientos de ojos que se clavaban en la figura encorvada de mi padre, que lo miraba todo con entusiasmo de explorador, whatsapp comenzó a dar por saco... Y los mensajea directos de twitter, y más conocidos del colegio de mi infancia, y no tan agradables conocidos... Y... ¿Ese momento en la película en el que el cerebro parece darte vueltas cada vez más rápido? Pues... aún no ha llegado... La cosa se alargó hasta un punto en el que tanta tragédia junta, en un sólo día, y para una sola persona, me pareció... ¿Algo que todo el mundo tiene que experimentar? No, perdona. Para nada.
Bueno,  Princesa Solitaria quiere haceros unas preguntitas, porque esto se está haciendo largo (y sospecho que aburrido):
1. ¿Qué situaciones incómodas pasan por vuestra cabecita de bloggers?
2. ¿Qué os parecería si "Vidas de Tinta y Papel" estrenara sección con el relato de los días "tierra trágame, engúlleme, o haz lo que te plazca conmigo pero escóndeme" de la universidad.
   Llevo muchas cosas, lo sé... Pero por eso pregunto. Lo mismo a alguien le apetece reírse de desgracias ajenas... :)
Si os gusta la idea, ¿por qué no me ayudáis a ponerle nombre al relato? Pues como ya digo, es un relato y pretendo que sea corto. Quizá tenga cinco capítulos, quince, o tres, depende de cómo los días se porten con esta princesita inquieta...
¿Os parece? Comentad con TODO lo que queráis aportar, y dadme ideas, o no lo hagáis... Y si la cosa sale bien, se os serán develadas la serie de desgracias que llevaron a la locura a una chica que se oculta tras las hojas de papel, y que se siente feliz y poderosa cuando tiene un bolígrafo en las manos.
¡Ah! Y... Habrá sección de premios próximamente. La cosa ya se está poniendo seria...
Si has leído la entrada al completo, ¡felicidades! A mí me ha costado escribirla (porque uso el móvil).
Saludos de Princesa Solitaria.
<3

P.D: fotos de otra recomendación literaria recomendadísima: "Los lobos de Mercy Falls". "Temblor" "Rastro" "Siempre".


 
 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Cuando el tiempo pase

"Cuando el tiempo pase y tú me olvides, silencioso vivirás en mí, porque en la penumbra de mis pensamientos, todos los recuerdos me hablarán de tí".
Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 19 de septiembre de 2013

Y ella... le cantaba con el corazón

Un escalón... más cerca del aire.
  Un escalón... más cerca del sol.
    Un escalón... más cerca del cielo.
      Y un escalón más cerca del corazón.

La piedra repicaba. Eran pasos delicados y rápidos, que se alejaban.
     El canto tímido, cayó como un manto suave y cálido sobre él, y por un instante, su absurdo rostro embelesado quedó petrificado junto a la fría pared.
     Alguien cantaba, y aquel llamamiento que despertaba sus sentidos, lo había atrapado. Estaba profundamente cautivado.
     No supo bien cómo llegó a dar el primer paso, el paso que siguió al segundo, al tercero... Hasta que la voz (cada vez más sonora y cercana), pareció instalársele dentro, en algún lugar de su alma.
     No sabía a quién pertenecía, pero la quería. En su ascenso, temió por el silencio y cruzó los dedos para no obtenerlo.
     Sin aliento, sus ojos brillaron ante otros, casi dorados, que le respondieron con el mismo brillo.
     Ella guardó silencio. Él no pudo dejar de observar sus labios. Aún seguía impresionado por tal canto. Quería que la melodía escapase de ellos de nuevo, y atraparla, porque la sentía tan profunda y tan intensa... que podía jurar que estaba hecha para él.
     Ella suavizó el rostro sorprendido y sonrió. Él quedó desarmado.
     La chica cantó de nuevo y él cerró los ojos, dejando que la torre cerrada acogiera aquella canción como su alma lo hacía.
     Y ella cantaba... Ella le cantaba con el corazón.

Derramando pétalos

Romper una flor no es sólo deshojarla.
     Romper una flor es más que maltratarla.
     Pero ella vio como la brisa creciente acariciaba los pétalos del crisantemo de la ventana, y presa de la rabia, lo tomó en sus manos y sus dedos destrozaron la flor.
     Los pétalos cayeron a sus pies, danzando, haciendo piruetas en el aire. Conforme sus gritos se alejaban y los sollozos afloraban, las suaves hojas blancas yacieron en el suelo, muertas e inertes, rodeándola.
     Arrojó el tallo lejos, y se apoyó en el aféizar buscando cobijo. Le temblaban las manos y su vista nublada se negaba a observar el estropicio.
     Una vez más, de un impulso se había valido... Y había acabado con lo único que podía brindarle consuelo.
     Al momento, escuchó su nombre bajo la ventana, pronunciado de aquellos labios, incomprensibles y pronto olvidados.
     Y le pedía perdón, como ella se lo pedía a la flor, después de derramar sus pétalos de terciopelo.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Una historia más real


‹‹Sólo para mí››, dijo.

‹‹Sorpréndeme››, me retó.

En realidad me alentaba. Sus ojos melosos habían adoptado una súbita expresión curiosa y su sonrisa a medio esbozar dejaba a la luz una ligera inquietud.

¿Quieres algo para ti? pregunté retrocediendo un paso. La moqueta era suave y bajé la mirada tan sólo un segundo.

asintió , tuyo para mí me señaló el corazón con el dedo índice . Un regalo de aquí.

Tragué saliva y lo miré, pero sin poder ocultar el desconcierto.

Siento decirte… que no trabajo por encargo me crucé de brazos y él regresó al escritorio, giró la silla y continuó leyendo el manuscrito.

Eres capaz de escribir historias de amor que de verdad encogen el corazón, te aceleran el pulso y te hacen reflexionar, ¿pero no puedes escribir tu verdadera historia de amor?

Ajá. Fue sin más. Lo dijo sin maldad, sin malas intenciones. Simplemente dijo la verdad que pensaba.

No me miraba. El reflejo brillante de sus pupilas oscuras sobre la pantalla del ordenador me atravesaba el alma. Y aunque sabía que leía, aquel destello oscuro me provocó una punzada de apocamiento tan profunda, que noté el rubor tintando mis mejillas. Inmediatamente me cubrí la cara con las manos y me dejé caer en el sofá.

¿Escribo sobre amor que puede encoger realmente el corazón?

Entonces sí, giró y se colocó de frente, a dos metros de mí. Relamió sus labios resecos mientras su mirada intensa y pensativa me escudriñaba.

La pregunta no sería esa. Sería: ¿A ti se te encoge el corazón al escribir estas historias? preguntó señalando la pantalla plagada de palabras negras flotantes en un documento Word.

Sabía la respuesta, por eso me hacía la pregunta.

Claro respondí. Me sentía arder y no entendía por qué , yo las escribo.

Él esbozó una sonrisa perfecta y solté el aire que sin querer retenía en el pecho.

Pues entonces ladeó la cabeza y pasó una mano por su cabello castaño sí que encoges el corazón con tus historias.

Definitivamente, mis mejillas no eran las mías. Estaba segura de que el color que lucían no era nada atractivo para unas mejillas que suelen presumir de aspecto pálido.

Él quería otra historia. Una historia de amor que encogiera el corazón y que acelerara el pulso. Una que te hiciera pensar, pero también que te hiciera reír, que te hiciera llorar, que te hiciera ver, que te enseñara a creer, a volar, a crecer… Y no era una historia muy diferente a las otras, pero sí más especial.

No había que cavar muy profundo para encontrarla. Estaba allí, justo delante de mí, recorriéndome poco a poco y derritiéndome lentamente, haciéndome a fuego tortuosamente lento y… sacándome partido. Sí, me hacía sentir increíblemente brillante. En aquel instante me sentía como un diminuto farolillo reluciendo en una habitación enorme, pero mi luz podía llegar hasta la última esquina para hacerla centellear.

Sólo para mí repitió.
 

 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Adicción


 

Son varios los síntomas que se reflejan en cada poro del cuerpo, en las pupilas dilatadas y negras, en el sudor descontrolado…

Respiras demasiado rápido de golpe y no se puede controlar. Algo ajeno a ti, a tu cuerpo, parece haber cogido las riendas. Tu control se ha desvanecido, no está. Simplemente… incontrolable.

El aturdimiento es momentáneo, o eso crees.

Intentas convencerte: ‹‹Estoy bien. No necesito más››

Es mentira.

El corazón va desbocado, a su maldito y desenfrenado ritmo. Bombea como desesperado y la sangre te golpea las sienes, la cabeza, el cuello, las muñecas… Por todas partes. Y sabes, que a cada latido, te infestas más. Más y más…

Pero… caer de rodillas no es para nada doloroso. Es peor cerciorarse de que tu cuerpo no quiere saber nada de ti. Tú no le vales. Pide algo, y no precisamente a ti.


El cerebro es un maldito caos. Impone su autoridad, y a eso, casi nada puede vencer. Le chillas y no te escucha. Le hablas y le ruegas, pero se ríe de ti y se burla de tus capacidades, pues te limita.

El momento llega y ya todo es insoportable. El sol no brilla con la misma fuerza, ni con la misma luz. Su perfil es feo y ni siquiera da calor. Todo parece de mentira, ¿a caso no será todo falso? ¿Somos nosotros mismos reales?
 
Más, más. Lo necesitamos.
 
Dibujo por Compases Rotos
La sangre circula cada vez más deprisa y la presión hace daño. Nuestro cerebro sabe lo que quiere y nos tiene presos de su necesidad.

P.D: Aquí está la entrada con la palabra ganadora de la encuesta. ¡Gracias a todos los que habeís votado y colaborado!

lunes, 2 de septiembre de 2013

Open your eyes


 
Todo esto es tan extraño, tan irreal... Los tacones altos y negros desparramados por el suelo, entre la ropa. Mi ropa.
     Sin vestido, sin enaguas, sin tul, sin medias, con mi piel... Piel que por un momento de estremecimiento se siente extraña y tiembla por la temperatura. Pero, no me siento extraña, es mi piel. Soy yo. De negro y de . Con vestido o sin él. Porque siempre soy yo, en todo momento yo. Soy una princesa y quiero que lo veas.
     Quiero tanto que abras los ojos, porque quiero que me mires, quiero que me mires a los ojos.
     Dime que abrirás los ojos. Dímelo.
     Me duelen los huesos y mi piel está helada, pero sonrío porque sigo siendo yo. Sonrío al tul del suelo, me burlo de los tacones altos y tiro las medias rotas. Soy yo. De negro, de . Con vestido o sin él. Soy una princesa y quiero que lo veas.
     Me estoy cansando, porque quiero tanto que me mires a los ojos... Quiero que me mires.
     Dime que abrirás los ojos. Dímelo.
     Mientras espero, sonrío. Como todas, todas las princesas.
     Y entonces, lo haces, me miras... y sonríes.

P.D: Open your eyes by Snow Patrol